2 1No faltaron falsos profetas
en el pueblo judío; y lo mismo entre vosotros habrá falsos maestros que
introducirán bajo cuerda sectas perniciosas; por negar al Señor que los
rescató, se acarrean un rápido desastre. 2Muchos los seguirán en su libertinaje
y por ese motivo el camino verdadero se verá difamado. 3Llevados de la codicia,
os explotarán con discursos artificiosos. Pero hace mucho tiempo que su sentencia
no huelga y que el desastre que les espera no pega ojo.
"Dios no perdonó
a los ángeles que pecaron; al contrario, los precipitó en las lóbregas
mazmorras del infierno, guardándolos para el juicio. Aunque puso al seguro a
ocho personas, contando a Noé, el pregonero de la rectitud, tampoco perdonó a
la humanidad antigua: al contrario, mandó el diluvio sobre aquel mundo de
impíos. 6 A las ciudades de Sodoma y Gomorra las condenó reduciéndolas a
ceniza, dejándolas como ejemplo a los impíos del futuro. 7pero salvó al justo
Lot, atormentado por la desenfrenada conducta de aquella gente nefanda; 8aquel
justo, con lo que veía y oía mientras convivía con ellos, día tras día sentía
despedazarse su espíritu recto por sus obras inicuas. 9Sabe el Señor sacar a
los piadosos de la prueba, a los culpables en cambio sabe idos castigando,
guardándolos para el día del juicio. 10Sobre todo, a los que se van tras los
deseos infectes de la carne y menospreciaron toda autoridad.
11Temerarios y
suficientes, maldicen sin temblar a seres gloriosos, mientras los ángeles,
superiores a ellos en fuerza y poder, no se atreven a echar una maldición
formal ante el Señor. 12Estos, al revés, son como animales, nacidos y
destinados a que los cacen y los maten, por maldecir lo que no conocen; y como
los animales morirán, 13cobrando daño por daño. Su idea del placer es la
francachela en pleno día. ¡Qué asco y qué vergüenza cuando banquetean con
vosotros, regodeándose en sus placeres!
14Se comen con los
ojos a las mujerzuelas y no se hartan de pecar; engatusan a la gente insegura,
se saben todas las mañas de la codicia y están destinados a la maldición. 15Se
extraviaron dejando el camino recto y metiéndose por la senda de Balaán de
Bosor, que se dejó sobornar por la injusticia. 16Pero tuvo quien le echase en
cara su delito: una acémila muda, hablando con voz humana, detuvo el desatino
del profeta.
17Son fuentes
agotadas, brumas arrastradas por la toro menta; las lóbregas tinieblas los
aguardan. 18Vocean pomo posas vaciedades y, atizando los deseos de la carne y
el desenfreno, engatusan a los que apenas empiezan a apartarse de los que viven
en el extravío. 19Les prometen libertad, ellos los esclavos de la corrupción:
pues cuando uno se deja vencer por algo, queda hecho su esclavo. 20Si después
de haber escapado de los miasmas del mundo, gracias al conocimiento de nuestro
Señor y Salvador, Jesús el Mesías, otra vez se dejan enredar y vencer por
ellos, el final les resulta peor que el principio. 21Más les habría valido no
conocer el camino de la rectitud que, después de conocerlo, volverse atrás del
mandamiento santo que les transmitieron. 22Les ha sucedido lo de aquel
proverbio tan acertado: «El perro vuelve a su propio vómito» (Prov 26,11) y
«cerda lavada se revuelca en el fango».
EXPLICACIÓN.
1-22. La prevención del AT contra los falsos profetas (cf.
Mt 7,15) la extiende el autor a los falsos maestros. Al principio habla de
ellos en futuro (habrá, introducirán), cf. 2 Tim 3,1-6; 1 Tim 4,1ss. No se
opone a ellos proponiendo argumentos contra la falsa doctrina que enseñan, sino
atacándolos por su mala conducta y precaviendo a los fieles contra el contacto
con ellos. Dado este procedimiento, no queda claro el carácter de las doctrinas
heterodoxas; las acusaciones que hace el autor: vida disoluta, codicia,
arrogancia, son demasiado genéricas.
Para su invectiva utiliza imágenes judías tradicionales: el
mito de los ángeles caídos, posiblemente inspirado en Henoc 10,4; 54,4.5 (4,
cf. Jds 8), el diluvio (cf. 1 Pe 3,18-20), Sodoma y Gomorra (cf. Jds 7), Lot (6·10),
Balaán (15, cf. Jds 11). El lenguaje es violento y retórico al mismo tiempo.
Termina con dos proverbios (22), el primero tomado de Prov 26,11, que,
aplicados rigurosamente, indicarían que la apostasía de los herejes era
inevitable.
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